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Resiliencia táctica, paciencia y juego colectivo en un partido que se hizo eterno
CHARLOTTE, final de junio de 2025 – Con paso firme, sin atropellos, Chelsea selló su pase a cuartos de final del Mundial de Clubes al superar a Benfica por 4-1 en tiempo extra. Bajo una lluvia torrencial y tras más de cuatro horas de partido, el equipo londinense supo aguantar, pegar en los momentos justos y hacerlo sin perder su identidad futbolística.
Estructura y control bajo presión
El primer tiempo transcurrió según el manual: paciencia, posesión, movilidad y una definición elegante por parte de Reece James, que celebró con un tiro libre exquisitamente colocado al minuto 64. Cuando el partido pareció inclinarse por uno u otro lado tras el empate de Angel Di María desde el punto penal, Chelsea no se desordenó ni entró en el juego emocional: aguantó, encontró variantes y apretó.
La expulsión de Prestianni inclinó la balanza y, lejos de disminuir su plan de juego, confirmó que el equipo predicó su estilo: fútbol asociado, opciones múltiples en la ofensiva y contundencia cuando aprieta el reloj del rival.
Disciplina táctica, máxima expresión del estilo de juego
En el tiempo extra emergieron nombres como Nkunku, Neto y Dewsbury-Hall, que resolvieron la serie con serenidad. No fue un vendaval, sino una sucesión de jugadas construidas, con pases cortos, lectura del espacio y claro comando colectivo. Si Menotti reivindicaba el aporte del todo sobre la individualidad, Chelsea lo reflejó.
Más allá de la lluvia y la demora de casi dos horas por relámpagos, el equipo mantuvo idea, adaptabilidad y capacidad para cambiar el paso cuando el partido lo exigió.
Implicancias para lo que viene
Este triunfo no solo mete a Chelsea en cuartos ante Palmeiras, sino que también revela un equipo que, en los momentos de mayor adversidad, sabe mantener su esencia. Un sistema que se sostiene en la paciencia y en su capacidad para cerrar los momentos clave con precisión.
Ganarle a Benfica, un rival sólido y con historia, en estas condiciones, no es casualidad: es fruto de una construcción futbolística que prioriza la inteligencia colectiva, la persistencia y el mensaje táctico claro.
En sintesís, un partido largo, enfrentado con estrategia. Un equipo que no renuncia a su fútbol, incluso cuando las circunstancias ofrecen caos. Y una victoria que parece validar el camino elegido: juego ordenado, reparto de responsabilidades y definición cuando el juego lo exige.

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